sábado, 24 de octubre de 2009

EL TITANIC VALENCIANO

Todos recordamos la historia del Titanic (sobre todo gracias a la película de James Cameron). Un trasatlántico de lujo, un escaparate de ostentación, un barco en el que se dieron cita personajes de la alta sociedad que quisieron dar cuenta de su opulencia, de su elegancia, y exhibir su rol en la última de las maravillas tecnológicas. De fiesta en fiesta, de gala en gala, lucían sus mejores prendas en un afán desmedido de pavonearse ante el resto de distinguidos pasajeros. Mientras tanto, otros, no tan distinguidos, que se embarcaron en busca de un futuro mejor, mal viajaban en tercera clase, perfectamente aislados de la clase VIP.

Hasta que un iceberg se cruzó en el camino de aquella deslumbrante nave, que no sólo quería ser la más lujosa sino también la más rápida y moderna y que no aminoró su marcha ante el peligro por temor a no batir el récord de la distancia. A partir de entonces, lo que pasó ya se sabe, sálvese quien pueda, que no hay botes para todos.

No tenía intención de hablar de lo que está pasando en el PP de la Comunidad Valenciana porque no hace falta añadir mucho más a lo que oimos y leemos todos los días. Pero el recuerdo del Titanic se ha ido a almacenar en mi memoria justo al lado de los últimos acontecimientos que hemos vivido al respecto. Es caprichosa la forma que tiene nuestro cerebro de ordenar la información.

No sé si el iceberg Gürtel hará hundirse definitivamente a Camps y los suyos (aunque no oculto que me encantaría). Pero me da mucha pena y mucha rabia que acabe siendo éste. Porque los valencianos nos hemos dejado deslumbrar por tanto fuego de artificio y no hemos prestado atención a que, como en el Titanic, esta Comunidad ha humillado y menospreciado a su “tercera clase”. Y es ese, el iceberg de la ciudadanía, el que a mi juicio debiera haber frenado el avance de nuestro particular Titanic mucho antes.

Y escribo esto con rabia, después de haber conocido a una persona, Felicidad, a la que la resolución de concesión de la ayuda a la dependencia le ha llegado cuando su madre, a la que cuidaba, ya se ha ido. (Y ya he visto unos cuantos casos iguales). “Sólo” han tardado dos años y medio en dictarla pero la Generalitat Valenciana, burlándose de la Ley, aplica en todos los casos los efectos desde el día de la resolución (repito, no es un error, dos años y medio después de la solicitud). En nuestra querida Comunitat, la de las grandes ambiciones, Felicidad navega en tercera clase.
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miércoles, 14 de octubre de 2009

¿EL MODELO FINLANDÉS ES POSIBLE?

Una tasa de desempleo mayor del 20%, un sinfín de empresas bajando la persiana, un sistema financiero gravemente tocado, una crisis sin precedentes... No. No estoy hablando de España ni de la actual crisis. Estoy hablando de lo que le sucedió a Finlandia a principios de los años 90.

El comercio con la Unión Soviética suponía el 25% del producto interior bruto finés. La caida del gigante a finales de los 80 arrastró a los nórdicos. Quebraron la mayoría de las empresas de construcción, y, en consecuencia, la industria de la madera, los astilleros y los bancos.

¿Cómo consiguieron los fineses salir del pozo hasta convertirse en uno de los países más prósperos de la actualidad?

Lo primero fue establecer un gran consenso. Gobierno y oposición pactaron un plan de salida de la crisis y ambos remaron en la misma dirección.
Lo segundo fue devaluar la moneda con el fin de impulsar las exportaciones.
A partir de ahí, Finlandia redujo el gasto público (incluyendo planes sociales) y aliberó la presión fiscal sobre las empresas.
Pero lo que realmente hizo posible el gran cambio fue una decidida apuesta por la inversión en ciencia y tecnología, que pasó del 1,8% del PIB en 1990 a un 3,5% en 2004, acompañada de un gran impulso al sistema educativo.
Al mismo tiempo que se tomaban estas medidas, Finlandia dedicaba el 25% de su PIB a gasto social, construyendo su particular estado de bienestar.

Hoy, Finlandia tiene uno de los PIB per cápita mayores del mundo y con poca distancia entre ricos y pobres; es el país, después de Suecia, que más invierte en ciencia y tecnología, es líder en comunicación, desbancó en 2002 a EEUU como país más competitivo y su sistema educativo es el mejor de Europa según el informe PISA (lo que equivale a decir del mundo). Y al mismo tiempo lidera los rankings de presión fiscal.

Pero todas esas medidas no hubieran dado el mismo resultado si no se hubieran tomado en el caldo de cultivo adecuado. Y éste no es otro que el carácter escandinavo. En Finlandia prima la cultura del trabajo y el esfuerzo. Se valora el conocimiento. Se respetan las leyes y el derecho de los demás (hace tiempo me sorprendió leer en un reportaje que los estudiantes fineses ¡no copian en los exámenes! Y que si alguno lo hiciera sería visto con muy malos ojos por sus compañeros).

¿Puede ser éste el ejemplo a seguir para salir de la crisis? Parecería que sí, pero no debe ser esto lo que piensa nuestro gobierno cuando al elaborar los presupuestos de 2010 decide hacer recortes presupuestarios en I+D+I. Y no parece muy consecuente esta medida después de la apuesta que había hecho Zapatero por un cambio en el modelo productivo. Si a este frenazo a la inversión en ciencia y tecnología le añadimos un empresariado ocupado no en reinvertir los beneficios de sus empresas en I+D como los fineses sino en ponerlos a resguardo y unos españolitos de a pie siempre dispuestos a cobrar en negro y evadir el fisco (impensable en Finlandia, que es, por cierto, el país con menor grado de corrupción del mundo, según Transparencia Internacional) y en buscar culpables escurriendo el bulto, las posibilidades de repetir en España el milagro finlandés son bastante remotas.
"En toda crisis hay un grave problema, pero también una gran oportunidad. La crisis se origina porque deja de ser útil un determinado modelo, pero siempre es posible emplear esa oportunidad para trabajar de una forma distinta y original, aprovechando las circunstancias cambiantes del mundo moderno."
Ramiro VŠyrynen,Presidente de la Academia de Ciencias de Finlandia
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