jueves, 26 de febrero de 2009

¿TIENES PRINCIPIOS? ¿CUÁNTO VALEN?

Hace unos meses me llamó mi amigo Javier por un problemilla con una empresa en la que había trabajado unos días. Era una de estas pesadas que te llaman por teléfono, te ofrecen regalos, se presentan en tu casa y te quieren vender el chollo de tu vida... ¿nos suena a todos, verdad? Duró muy pocos días, los justos para darse cuenta de que sus sospechas no eran infundadas: se trataba de vender artículos absolutamente innecesarios a clientes muy dispuestos a quedar engatusados por la verborrea del comercial de turno, especialmente personas mayores, mujeres y viudas.
Cuando Javier vio el percal comunicó a sus jefes su decisión de dejar la empresa. Por lo visto se llevó una bronca de cojones y no quisieron pagarle los días trabajados porque estaba en “periodo de prueba” (¿habrá empresarios que crean de verdad que el periodo de prueba ni se paga ni se cotiza?). Como no podía ser de otra manera, hoy Javier los tiene denunciados y si se llega el juicio, que no lo creo porque habrá avenencia previa, lo ganará de calle.
Siendo una cacicada la acción de estos empresarios (además de una inmoralidad la actividad de su empresa) aun me resultó más lamentable lo que a mi amigo le dijeron sus compañeros cuando se despedía y aludía a su conciencia como motivo de su renuncia al puesto. “Eres tonto –le dijeron- si no lo haces tú lo hará otro”. “Lo hará otro, pero no seré yo”, contestó.

Si Javier hubiera aplicado la célebre frase de Groucho Marx “Estos son mis principios, si a usted no le gustan, tengo otros” probablemente hoy no estaría en desempleo y a punto de agotar la prestación. Pero tampoco yo escribiendo sobre él en este blog. Olé tus huevos, Javi.

lunes, 23 de febrero de 2009

23-F: EL SECUESTRO

El otro día, pensando en el asesinato de Marta del Castillo, escribí que su ex novio confundió el amor con la posesión. Hoy, que se cumplen 28 años desde el intento de golpe de estado (¡uf!, 28 ya) no puedo más que comparar la actitud de sus promotores con la del asesino de Marta. Probablemente, si éste hubiera tenido la posibilidad de atarla a la cama para siempre, lo habría hecho, y eso es justamente lo que aquellos golpistas trataron de conseguir: atar España a la pata de su cama para hacer con ella lo que les hubiera venido en gana. Sí, ellos también confundieron su “amor” por España con la idea de hacerla suya. Para ellos en particular, y en general para todos aquellos que gustan de apropiarse de la palabra patria, escribió estas letras Víctor Manuel:

cuando hablen de la patria
no me hablen del honor
no me cuenten batallas
ganadas cara al sol
tal vez si me contaran
que no importa el color
ni el sexo, ni la raza
o el bando en que luchó
cuando hablen de la patria
no me hablen del valor
ni jueguen con el sable
ni tachen de traidor
al que la lleva dentro
pegada al corazón
y no anda por la calle
con ella en procesión
Cuando hablen de la patria
no olviden que es mejor
sentirla a nuestro lado
que ser su salvador
por repetir su nombre
no te armas de razón
aquí cabemos todos
o no cabe ni Dios.

viernes, 20 de febrero de 2009

FUERON TRES LÁGRIMAS

Claudia es una chica venezolana de veintipocos años que reside en España. Es una mulata muy guapa, formada, inteligente, educada y muy al día de cuanto acontece a su alrededor. De manera que responde perfectamente al perfil de extranjera que no debería tener muchos problemas para integrarse en un país que, además, habla su mismo idioma.
Claudia me contó que su abuelo era italiano y su abuela española. Ambos llegaron en barco hasta las costas de Venezuela. Desde él los lanzaron al agua cuando faltaba muy poco por alcanzar la costa. Llegaron a una playa en la que había bañistas y gente tomando el sol. Los ayudaron a salir del agua, les dieron de beber, de comer, los alojaron en sus propias casas... Cuando me contaba esto, una lágrima brotó de los ojos de Claudia. Era de emoción.
Después me contó lo mucho que echaba de menos a su familia, que las circunstancias le impulsaron a ella a construir su futuro lejos de ellos. No precisó cuáles eran tales circunstancias pero debían ser importantes porque pensando en los suyos vi resbalar por su mejilla la segunda lágrima. Era de pena.
Me habló de lo difícil que le había resultado conseguir una autorización para trabajar en nuestro país, de las colas que había tenido que guardar en frías madrugadas ante la oficina de extranjería -muchas veces inútiles porque su puesto en esa cola no le alcanzaba para obtener número en el reparto matinal de turnos-. Me contó cómo les increpaban y lanzaban objetos desde las ventanas de una residencia de la tercera edad cercana a esa oficina porque el murmullo de la muchedumbre no les permitía descansar. Me habló de incomprensiones y de conversaciones que había escuchado en el autobús, en el mercado, en las oficinas del paro... Y entonces corrió por la bonita piel morena de su rostro la tercera lágrima. Era de rabia.

miércoles, 18 de febrero de 2009

EL CUENTO DEL NIÑO DIFERENTE

Había empezado ya el curso escolar cuando llegó Hussain. Se había instalado en la ciudad con su familia, procedente de un lejano país.
Hussain no hablaba el mismo idioma que el resto de niños y apenas sabía leer y escribir. Venía de una zona rural y cualquier cosa que se encontraba en la ciudad le sorprendía y asustaba. Sus compañeros pronto empezaron a burlarse de él: tan mayor (más que ellos) y tan “tonto”, decían. Y no sólo eso sino que le gastaban bromas, le sacaban motes y hasta alguna vez le robaron el bocadillo. El no hacía más que sonrojarse y agachar la cabeza, se sentía solo y acomplejado.
El colegio organizó una excursión a la montaña. Los padres de Hussain decidieron que él también acudiría, pese a su reticencia. Pensaban que podría ser una buena forma de que se integrara en el grupo.
Los excursionistas caminaban por una senda del bosque cuando comenzó a penetrar en él una espesísima niebla, tan espesa que pronto perdieron el camino. Los niños comenzaron a asustarse, el monitor que los guiaba no sabía ciertamente cómo reaccionar. Empezó a nevar copiosamente, hacía frío, soplaba el viento y la noche se venía encima. Cuando el monitor comunicó a sus pupilos que no retomarían el camino hasta la mañana siguiente los niños comenzaron a llorar. Salvo Hussain. Todos se sorprendieron cuando tomó el mando. Pidió al grupo que permaneciera quieto y desapareció entre la niebla. Volvió unos diez minutos después y les pidió que le siguieran. Les llevó a un recoveco en la montaña donde estarían mucho más protegidos del viento, la humedad y el frío. Volvió a marcharse y volvió a aparecer, esta vez cargado como una mula de ramas secas, ¿de dónde las había sacado en un bosque tan húmedo y ahora ya cubierto de nieve? En un abrir y cerrar de ojos preparó una hoguera que dio calor al grupo y volvió a irse. Esta vez volvió con su mochila llena de frutos silvestres que repartió entre sus hambrientos compañeros. Estaban tan sabrosos y era tal el desfallecimiento del grupo que repitió este viaje 3 veces más. Al fin, con los chicos ya saciados buscó un hueco alrededor de la hoguera y los entretuvo con canciones que nadie conocía. Tanto se animaron los demás que pasaron la noche cantando, bailando, contando historias y haciendo juegos.
Al amanecer apenas habían dormido pero estaban contentos. Hussain les guió hasta el albergue en el que debían haber pernoctado. Estaba feliz. De pronto le habían salido muchos amigos y ya nadie le faltaba el respeto.
Un mes después llegó otro niño. Tampoco hablaba el mismo idioma, tampoco sabía leer, también vestía raro, pero todos lo acogieron con cariño.

lunes, 16 de febrero de 2009

¿POR QUÉ LO LLAMAN AMOR CUANDO DEBEN DECIR POSESIÓN?

Se acaba de conocer el motivo de la desaparición de Marta del Castillo: su ex novio la ha matado. Seguramente creyó estar tremendamente enamorado. Seguramente pasó horas sin dormir preguntándose cómo recuperarla y entendiendo imposible esta tarea decidió que si no era para él no sería para nadie.
Al conocer la noticia me ha venido a la mente una historia contada por Nancho Novo en su divertidísima obra “Sobre flores y cerdos”.
Nanxo cuenta la historia del amor infinito de una madre a su hijo y cómo éste, al convertirse en adulto se enamora perdidamente de una dama. Tanto, que le asegura ser capaz de hacer cualquier cosa por conquistarla. Ella promete corresponderle pero su entrega no será gratuita. Sólo lo hará si lleva ante ella el corazón de su madre. Alentado por la idea de ver cumplido su deseo, abre con un cuchillo el pecho de su madre y le arranca el corazón. Mientras camina excitado con él en sus manos para ir a entregárselo a su amada, tropieza y cae al suelo. Con torpeza nerviosa busca en la oscuridad de la noche el órgano extraido del pecho materno y al fin lo encuentra. Lo sujeta con suma delicadeza entre sus manos y cuando lo está limpiando del polvo y hojarasca adherido por la caida oye la voz de su madre que dice: “hijo mío, ¿te has hecho daño?”
Ese es el verdadero amor, el de esta madre hacia su hijo. Lo demás es posesión. El novio de Marta no la amaba, quería la escritura de propiedad de Marta. ¿Cuántos creemos amar cuando sólo queremos poseer? Este sentimiento que todos experimentamos, es, llevado a su extremo, el culpable de la violencia machista. Haríamos muy bien en revisárnoslo.

jueves, 12 de febrero de 2009

AUN ESTÁ TODO POR HACER

Elisa tiene pareja desde los 15 años. Ahora tiene 24. Es su primera pareja, la única. A Pablo, que ronda los 50, su mujer le acaba de confesar que hay otro hombre. Lo han dejado. Elisa parece feliz, hace planes: tener hijos, una segunda casa... El necesita recomponer su vida. Llegará un día en que Elisa deseará besar otros labios, acariciar otra piel. Puede que ya ese día haya llegado. Tendrá que saber pilotar ese deseo. La mujer de Pablo no ha renunciado a volver a sentir el hormigueo del enamoramiento, como lo sintió con Pablo, no sé si también con 15 años. Está en su derecho. Se ha debatido entre la idea de entregarse a ese deseo o dejarse llevar por la inercia de un matrimonio del que quedaba poco más que el cariño. Lo ha pasado mal, lo seguirá pasando mal. El sufrirá más porque no encontrará a nadie que le ofrezca consuelo y porque el espacio que le ofrecía seguridad desde hace tantos años se ha desvanecido y ahora debe comenzar a construir nuevos cimientos sin saber bien cómo.
Elisa fantasea sobre cómo aman otros hombres; Pablo trata de hacerse fuerte ante sus recuerdos.
Si quieren ser felices ella tendrá que saber gestionar sus anhelos e intereses y él su memoria. Y afrontar la vida con la idea de que aun está todo por hacer.

martes, 10 de febrero de 2009

UNA EXPLICACIÓN

¿Qué hago yo aquí? Me pregunto a la hora de comenzar a escribir mis primeras líneas. ¿Qué busco? ¿Qué pretendo?
Sin duda no es mi fin sentar cátedra de nada porque de nada puedo sentar cátedra. Tampoco pretendo cambiar a nadie ¡vaya atrevimiento! Si ni siquiera sé si me está leyendo alguien.
Escribir es una forma de ordenar las ideas. Y ordenar las ideas es una cosa tan recomendable al menos como ordenar los papeles que hay encima de la mesa de mi despacho. No sé si lo has experimentado, concentrarte ante un papel en blanco pone a desfilar tus pensamientos con mucha mayor precisión de lo que lo hacen ante la almohada. El papel los atrapa en tierra firme mientras que en la almohada adquieren una ingravidez que se hace insoportable cuando más los necesitas y comienzan a flirtear descaradamente con las primeras y absurdas imágenes oníricas.
Por eso hoy tengo la intención de crear un blog y escribir en él mis reflexiones sin saber en qué se detendrán. Una conversación, un repentino recuerdo, una mirada, un paisaje o una canción podrán desencadenarlas seguramente en mayor medida que la portada de un periódico.
Pero como los pensamientos en la cama soy voluble. Y aunque ahora esté aquí no sé si mañana seguiré. Quizá me encuentre jugando a paddle, podando bonsais o haciendo punto de cruz.