Hace unos meses me llamó mi amigo Javier por un problemilla con una empresa en la que había trabajado unos días. Era una de estas pesadas que te llaman por teléfono, te ofrecen regalos, se presentan en tu casa y te quieren vender el chollo de tu vida... ¿nos suena a todos, verdad? Duró muy pocos días, los justos para darse cuenta de que sus sospechas no eran infundadas: se trataba de vender artículos absolutamente innecesarios a clientes muy dispuestos a quedar engatusados por la verborrea del comercial de turno, especialmente personas mayores, mujeres y viudas.
Cuando Javier vio el percal comunicó a sus jefes su decisión de dejar la empresa. Por lo visto se llevó una bronca de cojones y no quisieron pagarle los días trabajados porque estaba en “periodo de prueba” (¿habrá empresarios que crean de verdad que el periodo de prueba ni se paga ni se cotiza?). Como no podía ser de otra manera, hoy Javier los tiene denunciados y si se llega el juicio, que no lo creo porque habrá avenencia previa, lo ganará de calle.
Siendo una cacicada la acción de estos empresarios (además de una inmoralidad la actividad de su empresa) aun me resultó más lamentable lo que a mi amigo le dijeron sus compañeros cuando se despedía y aludía a su conciencia como motivo de su renuncia al puesto. “Eres tonto –le dijeron- si no lo haces tú lo hará otro”. “Lo hará otro, pero no seré yo”, contestó.
Cuando Javier vio el percal comunicó a sus jefes su decisión de dejar la empresa. Por lo visto se llevó una bronca de cojones y no quisieron pagarle los días trabajados porque estaba en “periodo de prueba” (¿habrá empresarios que crean de verdad que el periodo de prueba ni se paga ni se cotiza?). Como no podía ser de otra manera, hoy Javier los tiene denunciados y si se llega el juicio, que no lo creo porque habrá avenencia previa, lo ganará de calle.
Siendo una cacicada la acción de estos empresarios (además de una inmoralidad la actividad de su empresa) aun me resultó más lamentable lo que a mi amigo le dijeron sus compañeros cuando se despedía y aludía a su conciencia como motivo de su renuncia al puesto. “Eres tonto –le dijeron- si no lo haces tú lo hará otro”. “Lo hará otro, pero no seré yo”, contestó.
Si Javier hubiera aplicado la célebre frase de Groucho Marx “Estos son mis principios, si a usted no le gustan, tengo otros” probablemente hoy no estaría en desempleo y a punto de agotar la prestación. Pero tampoco yo escribiendo sobre él en este blog. Olé tus huevos, Javi.