jueves, 30 de abril de 2009

ENRIC DURAN, UN ROBIN HOOD ACTUAL

Hace unos meses acudí a un teatro de Valencia para recoger unas invitaciones que me tenían preparadas. El encargado de entregármelas, después de saludarme, subió unas escaleras que conducían al despacho donde las tenía, pero algo le entretuvo por el camino y se olvidó de mí por completo. Mientras tanto, entablé conversación con uno de los empleados del teatro. No sé cómo empezó la charla ni cómo derivó a este tema, pero el caso es que me contó que había escuchado en la radio la entrevista a un tío que decía haber conseguido timar a los bancos una burrada de dinero, que lo había hecho por principios y que lo había repartido todo entre organizaciones sociales. El se había quedado un euro, que era lo que necesitaba para vivir (¡qué suerte! Dije yo) .

Cuando era pequeño tenía una colección de historias de Walt Disney que leía y releía una y otra vez. Pero sin duda mi preferida era Robin Hood, que en la versión de Walt Disney lo encarnaba un simpático zorro.Por eso me gustó la historia que me contó este chico. Me sorprendió no haberla escuchado antes y no me preocupé por indagar demasiado por si la realidad, como tantas otras veces, estropeaba un relato que me gustaba cómo me lo habían contado. Creo que hasta imaginaba al timador con cara de zorro.

Pero hoy me he decidido a buscar en google, y me he encontrado la historia de Enric Durán, un tipo de cuyas ideas y medios alguien discrepará, pero sin dejar de reconocer que aquel que se juega su pellejo por principios y sin caer en la tentación de sacarle provecho merece como mínimo nuestro respeto y reconocimiento.
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viernes, 24 de abril de 2009

CAMPS Y LAS AMISTADES PELIGROSAS

Estoy tremendamente enfadado. Sí, estoy enfadado con mis amigos. Porque nunca me dicen cosas tan bonitas como “te quiero un huevo”, ni me juran lealtad ni me mandan tarjetones para felicitarme la navidad. ¡Qué cabrones!

Sabéis de qué estoy hablando, ¿verdad? Francisco y Alvaro nos han dado una gran lección de amistad y de cariño. “Te sigo queriendo mucho” decía Alvaro, “te quiero un huevo” y “quiero que nos veamos con tranquilidad para hablar de lo nuestro...que es muy bonito”, decía Francisco (no, que nadie piense mal. Ya sé que estos términos son muy habituales en recién enamorados pero aquí sólo hay amistad. Francisco y Alvaro son dos hombres y, al menos el primero, de profundas convicciones católicas). Y tan amigos son, que Alvaro le hace regalitos a Francisco y a su familia, porque los quiere a todos un montón. Los míos sólo me regalan algo cuando hacemos el amigo invisible, y no pasa de 15 euros, vaya fastidio.

Pero que nadie saque otras conclusiones. Los regalos que tanto entusiasmaban a Francisco y a Isabel –su mujer- (“te has pasado 20 pueblos”, decía ella) son una muestra más de la generosidad de un amigo y de su agradecimiento: “fíjate, fíjate si te debo” le decía Alvaro a Francisco.

No sé a qué se deberá tanto agradecimiento, imagino que algún día Francisco se quedó con los niños de Alvaro, le invitó al fútbol, le ayudó a hacer la declaración de la Renta o quizás le presentó a una amiga a la que es una delicia tener en la cama. No lo sé, pero de bien nacidos es ser agradecidos, ¿o no?.

Quien piense que no ha sido por este tipo de favores que suelen hacerse los amigos sino que tiene más bien algo que ver con los contratos por valor de más de 5 millones de euros que se ha llevado la empresa de Alvaro, Orange Market, en los últimos 4 años, a costa de los contribuyentes y de otros contratistas, es un mal pensado. Ya sabéis, “cree el ladrón que todos son de su condición”.

Pero no estaría mal que para apagar esta serie de comentarios, difamaciones, mentiras y habladurías, Francisco, que suele tener muchos micrófonos a su alrededor, y que, según Alvaro, atesora un gran “caudal y facilidad de palabras” abriera la boca y lo aclarara todo. Porque, si bien es verdad que tendrá que hacerlo ante el Tribunal Superior de Justicia de la C.V. (no tendrá otro remedio), no es menos cierto que los ciudadanos quieren oir ya una explicación (más allá de que todo es un montaje) bien en las Cortes, bien ante las preguntas de la prensa (en los dos foros sería la hostia). Es una lástima que a Francisco le hayan molestado siempre tanto las preguntas, como podéis comprobar en este enlace.

Su antecesor en el cargo, compañero de partido y rival personal, Eduardo Zaplana, quizás pueda explicarle cómo salirse de rositas cuando te pillan un comentario inoportuno en unas escuchas telefónicas (ya sabéis, “estoy en política para hacer dinero”). La frase no le impidió presidir la Generalitat ni ocupar un Ministerio.

En todo caso, no será tan importante todo este lío, pues en canal 9, la televisión valenciana, no dicen nada.
Para quien ande un poco perdido, aquí está la conversación publicada por El País:
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domingo, 19 de abril de 2009

MANOLO Y EL PEZ GORDO

Manolo había sido miembro de la Guardia de Asalto, un cuerpo de seguridad del Estado creado en tiempos de la II República. Al finalizar la Guerra Civil sólo unos pocos de los integrantes de la Guardia de Asalto superaron los expedientes de depuración y continuaron en el nuevo cuerpo de policía del Régimen de Franco (la Guardia de Asalto se había mantenido fiel a la República). De los restantes, unos se buscaron la vida haciendo o intentando hacer otras cosas y otros, los peor parados, los que tuvieron mayor implicación con el gobierno de la República, pasaron a engrosar las listas de represaliados por el franquismo.

Manolo no fue de los que peor suerte corrió, y encontró trabajo de acomodador en la plaza de toros de Valencia. Pero como muchos otros, vivía con el miedo en el cuerpo de que cualquier día llamaran a su puerta y se lo llevaran preso porque, aun no habiendo tenido una actividad política pública, la gente de su alrededor sabía perfectamente que era un hombre de izquierdas.

Manolo estaba ocupando el lugar en las gradas que le correspondía en un día de corrida, y que era cerca, muy cerca del palco de autoridades, cuando percibió que alguien desde ese palco le miraba con insistencia. Manolo comenzó a sudar de nerviosismo y a imaginarse la peor de las situaciones “este pez gordo se me lleva por delante”. Su corazón cambió de ritmo cuando el pez gordo lo hizo llamar y ante él tuvo que acudir, pese a que sus piernas no querían caminar.

- ¿No sabe quién soy yo?
- No, no lo sé
- ¿No se acuerda de mí?
- No, la verdad es que no.

El pez gordo le contó que, años atrás, lo llevaron preso a la comisaría en la que había prestado servicios Manolo. Y allí le estaban sometiendo a algo más que un amable interrogatorio cuando entró él -el en ese momento acomodador- hecho una fiera –porque tenía muy mal genio- y gritando que mientras él estuviera en esa comisaría allí no se iba a maltratar a nadie, fuera quien fuera.

Manolo asentía, dando por ciertos los hechos que relataba el pez gordo y temiendo todavía por la resolución de esta conversación. Se quedó más tranquilo cuando el pez gordo le dijo, extendiéndole una tarjeta de visita:

- Quiero que sepa que estoy muy agradecido por lo que usted hizo por mí aquel día. Si alguna vez necesita algo, sea lo que sea ¿eh? lo que sea, sólo tiene que venir a verme.
Y le estrechó la mano con fuerza.

Cuando Manolo se despidió de este hombre, con el pulso ya recuperado y el color ocupándose de volver a extenderse por su piel, leyó en la tarjeta recibida que había estado hablando con don Adolfo Rincón de Arellano -el, en ese momento, Presidente de la Diputación Provincial de Valencia y que, posteriormente, entre 1958 y 1969, se convertiría en alcalde de Valencia-.

Manolo no lo pasó muy bien todos esos años. La crisis en aquel entonces era la situación habitual del país y él vivía con su mujer y su única hija realquilado en casa de unos amigos. Y es por eso que alguna vez su mujer le propuso que acudiera a aquel hombre. Su respuesta fue siempre un rotundo no.

En los últimos años de vida de Manolo, nuevamente su mujer y muchos allegados le volvieron a insistir. Esta vez el motivo era distinto. Adolfo Rincón de Arellano compatibilizaba su carrera política con su actividad como cardiólogo, siendo uno de los especialistas de mayor prestigio en España. Y a Manolo, el tabaco le había respetado los pulmones pero le había minado el corazón.

Hubiera sido un final feliz contar que el pez gordo acabó salvando el corazón de Manolo pero no fue así porque ni siquiera le dejó intentarlo. Manolo siguió diciendo que no y murió en 1959. ¿Dignidad? ¿Orgullo? ¿Las dos cosas? Sólo sé que mi abuelo Manolo Martínez, al que nunca conocí, me demostró que hay que tener principios aunque no les saquemos partido, y respetar a todo el mundo sin esperar nada a cambio.
Estoy seguro de que Adolfo Rincón de Arellano, al que veis en la foto, también fue un gran hombre. Y hasta creo que fue un buen alcalde. Murió hace 3 años, a la edad de 96.


martes, 7 de abril de 2009

QUE EMPIECE LA DISCUSIÓN: EpC

Hemos tratado en el anterior tema propuesto de la educación en el ámbito familiar. Como parece que hay bastante unanimidad en nuestros planteamientos y compartimos también, aunque con matices, las mismas conclusiones, he querido dar un paso más en el debate sobre la educación de nuestros hijos, más allá de la encomendada a los padres.


Con el propósito de introducir la discusión quiero hablar de un tema polémico, que seguramente provocará menos palmaditas en la espalda de los habituales y entusiastas comentaristas de este blog. Se trata de la asignatura Educación para la Ciudadanía.


Os he de decir que nunca he entendido la oposición tan grande que algunos sectores mantienen a esta asignatura, concretamente la Iglesia, algunas asociaciones de padres católicos y el partido popular. Sabéis que el gobierno de la Comunidad Valenciana, no pudiendo incumplir una legislación que obliga a todo el Estado, la ha boicoteado regulando su impartición en inglés. En las aulas, cuando se imparte, hay, junto al profesor, un traductor, pese a que los mismos profesores de inglés llevan tiempo demandando más medios humanos para impartir la enseñanza del idioma.


He entrado en algunos blogs y webs contrarios a la asignatura y, aparte de muchos comentarios, manifiestos, enlaces y propaganda, no he encontrado el contenido mismo de EpC. Como no quiero caer en el mismo error, os dejo el enlace al programa, tal y como lo regula el Real Decreto que la crea. Porque me parece absurdo opinar sobre opiniones, como hacen otros, sin acudir a la fuente de la discordia, siendo que está tan al alcance como está. Y no sé si pensar que en el mismo desconocimiento de la ley está el motivo de su rechazo.


Publicar este nuevo tema no implica cerrar el anterior, que aun estaba vivo. Me gustaría que siguiérais publicando las opiniones e inquietudes que hayan quedado pendientes.


viernes, 3 de abril de 2009

¿QUÉ HEMOS HECHO LOS PADRES?

El otro día Isabel fue de compras al supermercado con nuestras hijas, de 5 y 3 años, y un amiguito de la mayor. Cuando llevaban allí un rato, por las risitas de los niños comprendió que estaban tramando algo. Al pasar por caja les preguntó “No habréis cogido nada, ¿verdad? Porque si habéis cogido algo habrá que pagarlo” “No, no llevamos nada” decían con las manos en los bolsillos los ingénuos. “¿Seguro?” “Seguro”. Así que Isabel pagó a la cajera y todos salieron a la calle.
Camino de casa del amiguito de mi hija, Isabel, sabía a ciencia cierta que algo se habían llevado, de manera que les advirtió “no está bien llevarse nada que no hayáis pagado, eso es robar, así que si habéis cogido algo lo mejor es que lo digáis. No me enfadaré por ello pero sí si me mentís”. Después de insistir un poco en el mismo discurso, la mayor y su amigo acabaron reconociendo que habían sustraido algunos cromos de los que van pegados en las tapas de los yogures. Como llegados a ese punto ya habían alcanzado la casa del amiguito de mi hija, Isabel dejó a éste allí (no sin antes contar lo sucedido al padre del niño y anunciarle su plan de acción por si quería compartirlo).
Isabel le explicó a Leire, nuestra hija, que debían dirigirse nuevamente al supermercado a devolver los cromos. Se puede imaginar la reacción de la niña. “No, por favor, mamá, no me hagas hacer eso” suplicaba. “Sí, cariño, cuando decides hacer algo tienes que saber que tiene unas consecuencias” “¿A ti te gustaría que compráramos nosotros los yogures y no estuvieran los cromos que coleccionas porque se los hubiera llevado algún niño?” Evidentemente, mi hija lo estaba pasando muy mal. Y no porque fuera a perder los cromos (que en ese momento le importaban un pepino) sino porque estaba avergonzada y temía la reacción de la cajera. También es evidente que Isabel lo estaba pasando muy mal porque a nadie le gusta ver sufrir a sus hijos. Ya en el super, Leire tuvo que explicarle a la cajera que había vuelto para devolver los cromos que se había llevado sin pagar (por supuesto que lo dijo con un hilillo de voz, muy avergonzada). “No lo harás más, ¿verdad?” preguntó la cajera. “No”.
Tanto Isabel, que pienso que lo hizo todo perfecto, como yo cuando tuve oportunidad, le dijimos que había sido muy valiente al haber devuelto lo robado y aunque no nos había gustado nada pero nada, nada, nada que se llevara los cromos también estábamos muy contentos porque había sabido asumir su responsabilidad.

Hablando del tema con otras personas nos hemos dado cuenta de que esto de robar en la tienda es un hecho muy corriente entre los niños que se suele dejar zanjado, como mucho, con una reprimenda de los padres. Más o menos la misma que se utiliza para que se acaben la cena o hagan los deberes. Creo que hemos dejado de lado la educación en valores. Nos preocupa mucho más que nuestros hijos aprendan inglés, alemán y ruso, estudien en la facultad y sean los más listos, los más guapos y los que mejor juegan al fútbol que sean solidarios, generosos o justos. Es más, a veces podría parecer que serlo fuera un inconveniente a la hora de ganar la carrera de la competitividad (que muy a menudo se gana poniendo zancadillas).

Quería reflexionar acerca de la educación de nuestros hijos, pero me he acordado de un artículo que publicaba hace algunos meses el boletín que edita el colegio de mis hijas. Es del psicólogo Jaime Fuster Pérez. Lo copiaré tal cual pues lo suscribo a principio a fin, y así me ahorro la redacción. Hago mías sus ideas:


¿QUÉ HEMOS HECHO LOS PADRES?”

Sencillamente hemos abdicado.
Hemos abdicado de padres y pretendido ser amigos, sin pensar que los amigos se eligen y los padres se precisan.
Hemos abdicado de fijar los límites de acción de nuestros
hij@s a su propia voluntad del momento.
Hemos abdicado de enseñarles cómo es la vida para mostrarles sólo postales de color rosa.
Hemos abdicado de mostrarles cómo es la sociedad con que se van a encontrar, para engañarles con una total tolerancia e incluso lo que es peor, sumisión a todos sus deseos.
Hemos abdicado de estimularles al esfuerzo, dándoles la merienda antes de que la pidieran, llevándoles la mochila del cole sin que se hagan conscientes del peso innecesario que le van metiendo.
Hemos abdicado de que aprendan a compartir y nos hemos sacado el caramelo de la boca para que
ell@s lo chuparan, cuando sólo había uno.
Hemos abdicado de mandar cuando se precisa, haciéndoles pensar que así sería su futuro.
Hemos abdicado de permitirles que vivieran alguna frustración, apoyándonos en una teoría en vigor en los EEUU hace 20 años y que ya está absolutamente desprestigiada y obsoleta, sin caer en la cuenta de que en la vida vivimos tantas frustraciones que aprender a soportarlas o a resolverlas es imprescindible. Y que nosotros podemos enseñárselo progresivamente.
Hemos abdicado en el colegio para que allí tomen la responsabilidad de su educación sin pensar que es algo permanente, constante y que precisa la colaboración máxima de
tod@s cuantos en ella intervienen. Incluso de forma sistemática les hemos dado la razón cuando nos han dicho: “el profe me tiene manía” y les hemos defendido, de forma en ocasiones agresiva frente al profesorado, sin querer pensar en que normalmente el profesorado no tiene manía y normalmente también, los niños y niñas hacen normales trastadas...
Hemos abdicado en la Tele, para que les entretenga y tener así
nosotr@s más libertad, más tiempo, sin pensar, o lo que es peor sin dar importancia a lo que allí ven: series que no por ser de dibujos dejan de ser terriblemente agresivas, películas con personajes amorales que presentados como atractivos y simpáticos van a ser modelos para nuestr@s hij@s, olvidando que los niños y niñas aprenden por observación.
Teniendo un mínimo de paciencia y analizando veremos en un día cuántas proyecciones hay en que no salgan asesinatos, odios, violaciones, robos... Nos asombraremos. Y eso no es la vida pero de eso se aprende y se pasa a considerar normal.
Hemos abdicado de... Hemos abdicado en... Nuestra lista podría ser larga.
Quizás podamos reflexionar. Quizás aún nuestra abdicación no sea definitiva y podamos volver a ser padres.
Jaime Fuster Pérez. Psicólogo.