El otro día Isabel fue de compras al supermercado con nuestras hijas, de 5 y 3 años, y un amiguito de la mayor. Cuando llevaban allí un rato, por las risitas de los niños comprendió que estaban tramando algo. Al pasar por caja les preguntó “No habréis cogido nada, ¿verdad? Porque si habéis cogido algo habrá que pagarlo” “No, no llevamos nada” decían con las manos en los bolsillos los ingénuos. “¿Seguro?” “Seguro”. Así que Isabel pagó a la cajera y todos salieron a la calle.
Camino de casa del amiguito de mi hija, Isabel, sabía a ciencia cierta que algo se habían llevado, de manera que les advirtió “no está bien llevarse nada que no hayáis pagado, eso es robar, así que si habéis cogido algo lo mejor es que lo digáis. No me enfadaré por ello pero sí si me mentís”. Después de insistir un poco en el mismo discurso, la mayor y su amigo acabaron reconociendo que habían sustraido algunos cromos de los que van pegados en las tapas de los yogures. Como llegados a ese punto ya habían alcanzado la casa del amiguito de mi hija, Isabel dejó a éste allí (no sin antes contar lo sucedido al padre del niño y anunciarle su plan de acción por si quería compartirlo).
Isabel le explicó a Leire, nuestra hija, que debían dirigirse nuevamente al supermercado a devolver los cromos. Se puede imaginar la reacción de la niña. “No, por favor, mamá, no me hagas hacer eso” suplicaba. “Sí, cariño, cuando decides hacer algo tienes que saber que tiene unas consecuencias” “¿A ti te gustaría que compráramos nosotros los yogures y no estuvieran los cromos que coleccionas porque se los hubiera llevado algún niño?” Evidentemente, mi hija lo estaba pasando muy mal. Y no porque fuera a perder los cromos (que en ese momento le importaban un pepino) sino porque estaba avergonzada y temía la reacción de la cajera. También es evidente que Isabel lo estaba pasando muy mal porque a nadie le gusta ver sufrir a sus hijos. Ya en el super, Leire tuvo que explicarle a la cajera que había vuelto para devolver los cromos que se había llevado sin pagar (por supuesto que lo dijo con un hilillo de voz, muy avergonzada). “No lo harás más, ¿verdad?” preguntó la cajera. “No”.
Tanto Isabel, que pienso que lo hizo todo perfecto, como yo cuando tuve oportunidad, le dijimos que había sido muy valiente al haber devuelto lo robado y aunque no nos había gustado nada pero nada, nada, nada que se llevara los cromos también estábamos muy contentos porque había sabido asumir su responsabilidad.
Hablando del tema con otras personas nos hemos dado cuenta de que esto de robar en la tienda es un hecho muy corriente entre los niños que se suele dejar zanjado, como mucho, con una reprimenda de los padres. Más o menos la misma que se utiliza para que se acaben la cena o hagan los deberes. Creo que hemos dejado de lado la educación en valores. Nos preocupa mucho más que nuestros hijos aprendan inglés, alemán y ruso, estudien en la facultad y sean los más listos, los más guapos y los que mejor juegan al fútbol que sean solidarios, generosos o justos. Es más, a veces podría parecer que serlo fuera un inconveniente a la hora de ganar la carrera de la competitividad (que muy a menudo se gana poniendo zancadillas).
Quería reflexionar acerca de la educación de nuestros hijos, pero me he acordado de un artículo que publicaba hace algunos meses el boletín que edita el colegio de mis hijas. Es del psicólogo Jaime Fuster Pérez. Lo copiaré tal cual pues lo suscribo a principio a fin, y así me ahorro la redacción. Hago mías sus ideas:
¿QUÉ HEMOS HECHO LOS PADRES?”
Sencillamente hemos abdicado.
Hemos abdicado de padres y pretendido ser amigos, sin pensar que los amigos se eligen y los padres se precisan.
Hemos abdicado de fijar los límites de acción de nuestros hij@s a su propia voluntad del momento.
Hemos abdicado de enseñarles cómo es la vida para mostrarles sólo postales de color rosa.
Hemos abdicado de mostrarles cómo es la sociedad con que se van a encontrar, para engañarles con una total tolerancia e incluso lo que es peor, sumisión a todos sus deseos.
Hemos abdicado de estimularles al esfuerzo, dándoles la merienda antes de que la pidieran, llevándoles la mochila del cole sin que se hagan conscientes del peso innecesario que le van metiendo.
Hemos abdicado de que aprendan a compartir y nos hemos sacado el caramelo de la boca para que ell@s lo chuparan, cuando sólo había uno.
Hemos abdicado de mandar cuando se precisa, haciéndoles pensar que así sería su futuro.
Hemos abdicado de permitirles que vivieran alguna frustración, apoyándonos en una teoría en vigor en los EEUU hace 20 años y que ya está absolutamente desprestigiada y obsoleta, sin caer en la cuenta de que en la vida vivimos tantas frustraciones que aprender a soportarlas o a resolverlas es imprescindible. Y que nosotros podemos enseñárselo progresivamente.
Hemos abdicado en el colegio para que allí tomen la responsabilidad de su educación sin pensar que es algo permanente, constante y que precisa la colaboración máxima de tod@s cuantos en ella intervienen. Incluso de forma sistemática les hemos dado la razón cuando nos han dicho: “el profe me tiene manía” y les hemos defendido, de forma en ocasiones agresiva frente al profesorado, sin querer pensar en que normalmente el profesorado no tiene manía y normalmente también, los niños y niñas hacen normales trastadas...
Hemos abdicado en la Tele, para que les entretenga y tener así nosotr@s más libertad, más tiempo, sin pensar, o lo que es peor sin dar importancia a lo que allí ven: series que no por ser de dibujos dejan de ser terriblemente agresivas, películas con personajes amorales que presentados como atractivos y simpáticos van a ser modelos para nuestr@s hij@s, olvidando que los niños y niñas aprenden por observación.
Teniendo un mínimo de paciencia y analizando veremos en un día cuántas proyecciones hay en que no salgan asesinatos, odios, violaciones, robos... Nos asombraremos. Y eso no es la vida pero de eso se aprende y se pasa a considerar normal.
Hemos abdicado de... Hemos abdicado en... Nuestra lista podría ser larga.
Quizás podamos reflexionar. Quizás aún nuestra abdicación no sea definitiva y podamos volver a ser padres.
Jaime Fuster Pérez. Psicólogo.
Camino de casa del amiguito de mi hija, Isabel, sabía a ciencia cierta que algo se habían llevado, de manera que les advirtió “no está bien llevarse nada que no hayáis pagado, eso es robar, así que si habéis cogido algo lo mejor es que lo digáis. No me enfadaré por ello pero sí si me mentís”. Después de insistir un poco en el mismo discurso, la mayor y su amigo acabaron reconociendo que habían sustraido algunos cromos de los que van pegados en las tapas de los yogures. Como llegados a ese punto ya habían alcanzado la casa del amiguito de mi hija, Isabel dejó a éste allí (no sin antes contar lo sucedido al padre del niño y anunciarle su plan de acción por si quería compartirlo).
Isabel le explicó a Leire, nuestra hija, que debían dirigirse nuevamente al supermercado a devolver los cromos. Se puede imaginar la reacción de la niña. “No, por favor, mamá, no me hagas hacer eso” suplicaba. “Sí, cariño, cuando decides hacer algo tienes que saber que tiene unas consecuencias” “¿A ti te gustaría que compráramos nosotros los yogures y no estuvieran los cromos que coleccionas porque se los hubiera llevado algún niño?” Evidentemente, mi hija lo estaba pasando muy mal. Y no porque fuera a perder los cromos (que en ese momento le importaban un pepino) sino porque estaba avergonzada y temía la reacción de la cajera. También es evidente que Isabel lo estaba pasando muy mal porque a nadie le gusta ver sufrir a sus hijos. Ya en el super, Leire tuvo que explicarle a la cajera que había vuelto para devolver los cromos que se había llevado sin pagar (por supuesto que lo dijo con un hilillo de voz, muy avergonzada). “No lo harás más, ¿verdad?” preguntó la cajera. “No”.
Tanto Isabel, que pienso que lo hizo todo perfecto, como yo cuando tuve oportunidad, le dijimos que había sido muy valiente al haber devuelto lo robado y aunque no nos había gustado nada pero nada, nada, nada que se llevara los cromos también estábamos muy contentos porque había sabido asumir su responsabilidad.
Hablando del tema con otras personas nos hemos dado cuenta de que esto de robar en la tienda es un hecho muy corriente entre los niños que se suele dejar zanjado, como mucho, con una reprimenda de los padres. Más o menos la misma que se utiliza para que se acaben la cena o hagan los deberes. Creo que hemos dejado de lado la educación en valores. Nos preocupa mucho más que nuestros hijos aprendan inglés, alemán y ruso, estudien en la facultad y sean los más listos, los más guapos y los que mejor juegan al fútbol que sean solidarios, generosos o justos. Es más, a veces podría parecer que serlo fuera un inconveniente a la hora de ganar la carrera de la competitividad (que muy a menudo se gana poniendo zancadillas).
Quería reflexionar acerca de la educación de nuestros hijos, pero me he acordado de un artículo que publicaba hace algunos meses el boletín que edita el colegio de mis hijas. Es del psicólogo Jaime Fuster Pérez. Lo copiaré tal cual pues lo suscribo a principio a fin, y así me ahorro la redacción. Hago mías sus ideas:
¿QUÉ HEMOS HECHO LOS PADRES?”
Sencillamente hemos abdicado.
Hemos abdicado de padres y pretendido ser amigos, sin pensar que los amigos se eligen y los padres se precisan.
Hemos abdicado de fijar los límites de acción de nuestros hij@s a su propia voluntad del momento.
Hemos abdicado de enseñarles cómo es la vida para mostrarles sólo postales de color rosa.
Hemos abdicado de mostrarles cómo es la sociedad con que se van a encontrar, para engañarles con una total tolerancia e incluso lo que es peor, sumisión a todos sus deseos.
Hemos abdicado de estimularles al esfuerzo, dándoles la merienda antes de que la pidieran, llevándoles la mochila del cole sin que se hagan conscientes del peso innecesario que le van metiendo.
Hemos abdicado de que aprendan a compartir y nos hemos sacado el caramelo de la boca para que ell@s lo chuparan, cuando sólo había uno.
Hemos abdicado de mandar cuando se precisa, haciéndoles pensar que así sería su futuro.
Hemos abdicado de permitirles que vivieran alguna frustración, apoyándonos en una teoría en vigor en los EEUU hace 20 años y que ya está absolutamente desprestigiada y obsoleta, sin caer en la cuenta de que en la vida vivimos tantas frustraciones que aprender a soportarlas o a resolverlas es imprescindible. Y que nosotros podemos enseñárselo progresivamente.
Hemos abdicado en el colegio para que allí tomen la responsabilidad de su educación sin pensar que es algo permanente, constante y que precisa la colaboración máxima de tod@s cuantos en ella intervienen. Incluso de forma sistemática les hemos dado la razón cuando nos han dicho: “el profe me tiene manía” y les hemos defendido, de forma en ocasiones agresiva frente al profesorado, sin querer pensar en que normalmente el profesorado no tiene manía y normalmente también, los niños y niñas hacen normales trastadas...
Hemos abdicado en la Tele, para que les entretenga y tener así nosotr@s más libertad, más tiempo, sin pensar, o lo que es peor sin dar importancia a lo que allí ven: series que no por ser de dibujos dejan de ser terriblemente agresivas, películas con personajes amorales que presentados como atractivos y simpáticos van a ser modelos para nuestr@s hij@s, olvidando que los niños y niñas aprenden por observación.
Teniendo un mínimo de paciencia y analizando veremos en un día cuántas proyecciones hay en que no salgan asesinatos, odios, violaciones, robos... Nos asombraremos. Y eso no es la vida pero de eso se aprende y se pasa a considerar normal.
Hemos abdicado de... Hemos abdicado en... Nuestra lista podría ser larga.
Quizás podamos reflexionar. Quizás aún nuestra abdicación no sea definitiva y podamos volver a ser padres.
Jaime Fuster Pérez. Psicólogo.
Gracias Julio, éste es un tema que me preocupa, me concierne y me interesa. Tengo que confesar que he acabado de leerlo con cierta decepción, porque conforme leía iba asintiendo en todo cuanto decías… socorro!!!! qué voy a rebatir? Y entonces he cambiado totalmente de opinión. Con todos mis respetos, no estoy en absoluto de acuerdo, ni contigo ni con el Sr. Jaime Fuster Pérez.
ResponderEliminarEn mi recién estrenada opinión, nadie ha abdicado de nada ni en nadie. Simplemente en el mundo habemos gente de todo tipo, con disciplina más o menos férrea, con autoridad más o menos laxa, con valores más o menos arraigados. Y en definitiva la educación que les damos a nuestros hijos es consecuencia de nuestra forma de vida y nuestra forma de ser.
Por supuesto en la teoría todos deseamos para nuestros hijos los más elevados valores y principios, pero para conseguirlos hay un arduo camino por recorrer, sobre todo el del ejemplo. ¿Cómo van nuestros hijos a compartir si nosotros no somos generosos? ¿Qué esfuerzo van a valorar si nosotros mismos nos regimos por la ley del mínimo esfuerzo?
Todos y cada uno de nuestros actos cotidianos influyen en la educación de nuestros hijos, por ello la educación no puede ser algo premeditado. Los padres no podemos decidir educar a nuestros hijos con unos u otros valores, irremediablemente les educaremos según nuestros propios valores y forma de vida.
Por ello os doy la enhorabuena Isabel y Julio, no por cómo tratasteis el tema con Leire (que también) sino por vuestros valores que fueron los que os llevaron a actuar de esa forma. Larga vida al rey! (lo digo por lo de abdicar).
Me gusta mucho este tema,tengo un sobrino que tiene 12 años y no es capaz de hacer nada solo,no se pone la mesa ni ayuda a quitarla,tiene una hab. solo para juguetes,la jugueteria del corte ingles se queda corta,le da miedo la oscuridad,no come mas que patatas y poco mas,cuando le dices que no a algo llora como un niño y por supuesto si lo haces, su familia te ve como si no lo quicieses.Y la explicacion de popr que se le da todo lo que quiere y mas, es porque(pobresito no tiene padre y quiero darle todo lo que puedo).
ResponderEliminarCreo que hemos entrado en una dinamica tan consumista que los padres solo se preocupan de que al niño no le falte de nada,material claro esta,y se olvidan de los valores.Creo sinceramente que hicisteis muy bien con lo de tu hija los niños deben saber que nuestros actos tienen una consecuencia y aprender asumirlas.Me pregunto como mi sobrino ha salir adelante cuando sea mayor si no es capaz con 12 años de ir al baño solo.
Quizas halla que plantearse si esto es bueno para nuestros hijos.yo desde mi experiencia creo que no.
Madre mía, Julio, este tema me toca directamente al corazón. Tengo dos hijas y en estado adolescente. Tengo que decir que es una época muy complicada en la que todos los esquemas se tambalean (hablo por mi). Estoy de acuerdo contigo, y muchísimo con Laura. Muchos padres no abdican, sino que no saben hacerlo de otra forma por su forma de ser o por la educación que recibieron(que dicho de paso nos cala profundamente sin darnos cuenta). Una educación imperfecta puede ocasionar que seamos iguales que nuestros padres o que rebotados por ellos intentemos todo lo contrario (por ejemplo una persona a la que no dejaban salir de joven por la noche puede transmitir lo mismo a sus hijos o como lo llevó mal, dejarles salir más de lo prudente. Pienso que cuando tenemos hijos tendrían que venir con dar un curso de sicología bajo el brazo, pues aunque lo teórico no es lo que cuenta, si que ayuda a corregir muchos errores. Yo hice uno en el instituto el año pasado y descubrí que había cometido un montón y que para algunos ya era tarde. También descubró algunos aciertos. Cuando ha llegado la adolescencia he tenido una gran crisis y la sigo pasando, La sicologia de siempre ha buscado la culpa en los padres (desde Edipo) y tambien es cierto que el niño interacciona con muchas más personas. Aunque asumo la culpa. (lloro)
ResponderEliminarLa forma de explicar y hacer rectificar a vuestra hija me parece muy acertada,es duro lo pasan mal los padres y los hijos pero es una lección que no va a olvidar nunca.Mi padre me hizo a mi lo mismo cuando era pequeña,cogí un chicle de la tienda de chuches tenía 9 años,como el chicle me lo comí,me hizo bajar pagarlo y pedir perdón.No se me olvida la verguenza que pasé, pero tampoco la gran lección que me dio mi padre.Y cuando he sido madre he comprendido aún mas los valores que en ese momento recogí y me han servido toda mi vida. Pero si he de reconocer que nos hemos echo cómodos con los hijos y descuidados algunas cosas porque no nos parecen importantes.El problema es que nosotros al menos mi generación nos criamos con mas rectitud y ahora queremos ser mas enrollados mas amigos que padres. Si estoy de acuerdo que algunas bases las hemos pasado por alto.Referente a eso de que el profesor nos tiene mania. Eso es verdad lo hacen y los perjudican y son los mismos profesores los que los quitan las ganas.Pero eso sería otro tema.
ResponderEliminarA veces esperamos demasiado en explicarles cosas.Los chavales de ahora son mas listos de lo que pensamos y cogen los mensajes,pero ahora son mas rebeldes o lo muestran mas y la educación no solo son los padres son entre ellos y lo que ven y escuchan,hay es donde hay que estar, atentos a inquietudes saber cuando tienen dudas y cuando algo les preocupa,y darles esa confianza de que pregunten o de ofrecerles nuestra ayuda sin tapujos en confianza y con tranquilidad. Tenemos que trasmitir esa tranquilidad y esa confianza para que se dejen ayudar.Es difícil educar un hijo,nadie nacemos aprendidos, y no solo tendría que haber un manual de como educar un hijo si no de como saber ser padres,eso también es importante. De pequeños hay que llevarles de mayores seguirlos.Y es bueno dejar que aprendan de errores y no evitar siempre cosas y ser los defensores,dar opción de que ellos sepan como reaccionar,si somos siempre los padres protectores no saben ni por donde se andan.
Yo también he salido como una loba cuando mi hijo a venido con algún problema y claro no se sabia defender ante ninguna situación de vida.
Pero espabilan claro que espabilan.Yo según ha ido creciendo le he dado consejos pero he dejado que él actue y se enfrente a situaciones y le ha venido bien,me ha pedido él mismo consejo y ha tenido que llevarse una decepción para comprender mis palabras, me ha dolido verle sufrir pero le ha servido para hacerse
mas un hombre.
A veces no queremos que lo pasen mal y los evitamos de todo y eso es un error que cometemos todos yo la primera, según crecen hay que ir dejando que actuen ellos.
Hemos abdicado en algo pero no en todo.
Os dejo un poema que me mandaron hace tiempo sobre los hijos muy interesante.
, Tus hijos no son tus hijos, TUS HIJOS
son hijos e hijas de la vida,
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos
semejantes a ti.
Porque la vida no retrocede
ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual tus hijos,
en tu mano de arquero
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación,
sea para la felicidad. GIBRAN KAHLIL GIBRAN EL PROFETA
Me he acordado de este vídeo que vi hace dos años. Es muy interesante y os lo regalo para que opineis.
ResponderEliminarhttp://blogs.periodistadigital.com/electroduende.php/2007/09/19/emiliocalatayud_menores8794
Bonsai me quito el sombrero ante ti por el tan acertado enlace que nos has mostrado y lo bien que viene en este debate.
ResponderEliminarLo acabo de ver y ánimo a todos los participantes del blog que lo vean. La palabra una vez visto los dos vídeos como el titulo del mismo es.
MAGISTRAL. Excelente bonsai es una gran verdad y realidad lo que este Magistrado nos muestra y una gran lección que me acabo de llevar.Gracias por sugerirlo. Julio cuando lo veas no se si estarás de acuerdo que aquí también se puede aplicar otro miedo a los hijos,si lo ves ya comprenderás porque lo digo.De hecho lo voy a poner en mi blog.
Amiga Laura, qué pena, hemos estado a puntito de estar de acuerdo, pero me parece que fuerzas un poco tu discurso para no estarlo. ¡Cómo eres!
ResponderEliminarCon tu recién estrenada opinión estoy conforme sólo a medias. Verás, es verdad que los niños aprenden por imitación y que no se pueden transmitir por tanto valores que no se tienen o que al menos no se tienen claros. Pero hay muchos padres que, teniéndolos y aun actuando conforme a ellos (sí, siendo generosos, trabajadores, dialogantes, amables, solidarios...) sobreprotejen a sus hijos, evitándoles frustraciones y eludiendo sus responsabilidades. Son padres que suelen acceder con facilidad a las peticiones de sus hijos, que les cuesta decirles "no", que les disculpan constantemente, que se convierten en cocineros, camareros, mayordomos, bufones y amiguetes de ellos para que sigan viviendo felices en su burbuja, libres de responsabilidades, obligaciones y normas.
Yo me he visto puntualmente cayendo en ese error, y no me tengo por un padre sobreprotector. Tampoco lo eres tú como madre. Pero, ¿cuántos padres has visto actuando como te he descrito?
Sensacional el vídeo que nos ha dejado Bonsai. Este hombre, con una gracia inusual en un juez, a caballo entre la conferencia y el monólogo propio del club de la comedia, hace gala, sobre todo, de un gran sentido común. Podría discrepar puntualmente de alguna cosilla de su discurso pero en general me parece de una lógica aplastante. Y además lo expone con mucha claridad. Y encima es un tío que se ha caracterizado por dictar sentencias ejemplarizantes y que es muy currante. Chapeau.
ResponderEliminarSí, Anita, ese miedo a los hijos ya lo contemplaba. Las mías son pequeñas y, como todo padre, sufro un ligero temor a que no les pase nada, que no enfermen, que lleven bien el cole... Lo que de verdad debe dar "mucho miedo" es la adolescencia. Creo que debe ser una etapa en tu vida de padre en la que debes medir mucho más las decisiones que tomas respecto de tus hijos, tus palabras con ellos, tus "sís" y tus "noes", tus consejos... Es una etapa de ebullición hormonal en ellos, de desapego de los padres (que pasan de ser un referente a un inconveniente), de autodefinición, de necesidad de independencia, de contradicción, de dudas...
ResponderEliminarMenudo papelón. Me imagino que habrá, llegado el momento, que pensar en todo esto y recordar que nosotros también fuimos adolescentes (yo, en concreto, hace dos o tres años).
Creo que tienes un hijo bastante mayorcito y sabrás mucho de eso.
Ya habia escuchado hablar de este hombre alguna vez y el video me ha gustado mucho.La verdad es que comparto por completo su planteamiento.Pero yo iria a mas, Creo que toda la sociedad esta cada vez mas interesada en conocer y hacer uso sus derechos pero tienen mas bien poco interes en saber cuales son sus obligaciones.y como dice Laura se enseña lo que se es.Eso es lo que nuestros hijos ven y eso es lo que ponen en practica.
ResponderEliminarPor tanto el cambio que tiene que hacer la sociedad en general,no solo los padres,es importante y creo que aun van a pasar muchos años hasta que se empiece a poner en practica,Porque aun esta educacion no ha mostrado su peor cara.Que mas me gustaria a mi que enseñar a mi hijo que esta vida es un camino de rosas alejada de responsabilidades pero la realidad es que es justamente lo contrario y es tu obligacion darle las armas para superarlo.
El problema más grave que veo yo, más allá de que tengamos o no valores o que estos no sean los más adecuados, es que confundimos el amor a nuestros hijos con no hacerles daño, con no enfrentarnos, con darles lo que piden, con que no lloren, con que no se frustren... Y sin darnos cuenta, y casi pensando que lo hacemos bien y con toda nuestra mejor intención fabricamos pequeños tiranos que un día saldrán a la calle y descubrirán que les han preparado para ser reyes pero no para ser vasallos.
ResponderEliminarDespués de releido, mi anterior comentario me ha parecido un poco alarmista. Quizás no sea para tanto. Hay formas diferentes de educar a los niños y hay muchos padres que las practican. Es muy habitual contemplar lo que he descrito pero ya sabemos que generalizar no es conveniente.
ResponderEliminarEntiendo muy bien lo que dices, Julio. Lo que ocurre es que según lo veo yo, hay muchísimos más factores. Por desgracia o por suerte, la sociedad (de la que todos formamos parte), o las corrientes sociales, regulan e influyen tambien en nuestros hijos. De hecho la escuela es un primer regulador. Por ejemplo, un niño al que se le da todo sin pedir nada a cambio, al ir al colegio descubrirá que hay otros niños que tambien quieren los mismos derechos que el y tendrá que ganarse lo que necesita. Y ahí recibe su primer golpe. Para conseguir lo que quieren unos lo hacen avasallando, otros con zalamería, otros manipulando, otros más tímidos esperan justicia del profesor... Luego en la adolescencia están los amigos. No siempre puedes elegir los amigos de tus hijos. Se nos achaca mucha responsabilidad a los padres, y la tenemos y muchísima, pero a veces los padres hacen lo que pueden y luchan mucho con una presión social y si no sale bien, se culpan con lo cual agrava la situación. Además tenemos la costumbre de valorar a las personas por un resultado. Si un hijo estudia y es civilizado y guay, los padres son estupendos, si no, ya no lo son. Valorar por el resultado no es justo. Hay que valorar tambien el esfuerzo de unos padres que lo han intentado con las armas que tenían y les ha salido mal. Voy a poner un ejemplo muy drástico: en el caso de un acoso escolar, ¿quién tiene la culpa? ¿Los padres del acosado porque no han sabido forjar un carácter más fuerte? ¿Los padres de los acosados porque le han comprado la play station y todo lo que pedía? ¿Los profesores que ha mirado a otro lado porque la culpa es de los padres de esos niñatos y hay que ver cómo están hoy los niños? ¿Todos a una?. Recordad el genial final del discurso del juez "ayer se llevaron a los negros, pero no me importo porque yo no era negro...etc. Yo estoy de acuerdo con el juez en que los padres son muy responsables de la educación de sus hijos, pero hay muchos más responsables (anuncios de tv, series, películas,amigos, padres de los amigos, ... Para empezar se me ocurre que nos revisemos a nosotros mismos una vez más ya que el cambio empieza por uno mismo.
ResponderEliminarEn mitad de todo el texto anterior, el cual acabo de releer, cuando digo padres de los acosados porque les han comprado la play station, quiero decir padres de los acosadores. Sorry
ResponderEliminarJulio mi hijo tiene 20 años y veo que se va haciendo a si mismo poco a poco pero me necesita.Como madre ante todo y a su padre también. El mero hecho de que se afeite y tenga novia no le hace un hombre del todo. Le falta y no es fácil llevarle y comprederle. Si me acuerdo de cuando yo era joven y su padre, pero han cambiado tango las cosas,ya no es como antes. Y como dice Bonsai esta por medio los amigos, la tele y tantas cosas que quitan protagonismo a los padres.Y si vamos de buen rollo de modernos con ellos para llevar un buen rollito como dicen ellos, hay que saber usarlo.
ResponderEliminarTambién se pueden aprovechar de ello para conseguir lo que quieren.Y te aseguro que te hacen caer. Son muy listos y no hace falta que destaquen en los estudios para demostrarlo.
Yo no me puedo quejar hasta el momento pero cuando tu hijas empiecen con el pavo y te digan un día esta vida es una mierda te descolocan. Si a veces por miedo a su reacción y que cometan una tontería cedemos.Pero te aseguro que no lo hacen.Si es verdad que el ambiente donde se crien influye, pero de padres rectos salen hijos torcidos y al revés y eso se puede demostrar. Hay que enseñar unos valores saber escucharlos, saber cuando hay que meter baza y explicarles algo. Y dejar algo que nos gusta a nosotros para estar hay cuando nos necesitan. A veces hay cosas que para nosotros es una tontería pero para ellos un mundo. En ese caso el mero hecho de escuchar sin bostezar y prestar atención les sirve de mucho. Esto se aprende con experiencia y según van creciendo.No creas que yo y su padre somos perfectos no lo somos y a veces por comodidad hemos dejado que el dvd o la play nos sustituya. Luego viene el HAYYYYYYY. No es fácil. Ser padre es aprender a diario. Yo soy de la opinión, enseñar a un hijo lo correcto dejar que pregunte, darle confianza para que me pregunte y despeje dudas y no escandalizarme solo asesorarle. Ser padres es maravilloso pero no deja de ser a veces frustante. Acordémonos de nuestros padres con menos medios y aquí estamos. Ellos si tenían merito. Ahora somos todos muy cómodos, está bien los adelantos pero a veces esos mismos adelantos nos quitan delantera a la hora de educar a nuestros hijos.
Julio te aseguro que la lección que aprendió tu hija jamás la va a olvidar, y si habéis sido capaces de hacer que lo vea, seréis capaces de que esa niña y su hermana sean unas grandes mujeres.Lleváis ya como padres la base de los principios y es lo que se debe inculcar a los hijos. SALUDITOS.
Me alegra ver tantos y tan interesantes comentarios…
ResponderEliminarAyer en las noticias, con ocasión de las fiestas de Pascua, salían hablando unos psicólogos diciendo que el problema de los niños hoy en día es que los padres les hacemos demasiado caso, jugamos demasiado con ellos. Que se tienen que aburrir para desarrollar la imaginación. Estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación, pero creo que no hace mucho la tendencia psicológica era que los padres no les hacemos caso a los niños, que teníamos que compartir más juegos y actividades con ellos. En ese momento también estaba totalmente de acuerdo con esa afirmación. Así que empiezo a pensar que si los padres tuviéramos que seguir todas las afirmaciones que hacen los psicólogos, entonces dejaríamos de ser padres y seríamos unos autómatas educadores desprovistos de cualquier iniciativa propia. Nuestros hijos serían iguales a los hijos del vecino y entonces no podríamos presumir de lo maravillosos que son nuestros niños, con sus virtudes y sus defectos.
En los últimos años, no solo los padres sino la sociedad en general, hemos ensalzado los valores para con terceros, es decir, la generosidad, solidaridad, amabilidad, empatía, justicia pero hemos dejado un poco de lado los valores para con uno mismo: autonomía, disciplina, fortaleza, asertividad, autoestima, responsabilidad, humildad, honestidad. Y creo que cuando fallamos como padres es porque estamos fallando como personas en este sentido.
Hay dos términos que me preocupan particularmente: AUTORIDAD E ILUSIÓN. Creo que muchos de los males que afectan hoy en día a nuestros hijos son consecuencia de su ausencia. Sobre ello escribiré en otro momento porque temo ser demasiado cansina con estos comentarios tan largos que me casco. Es que esta guay esto, eh? Gracias a todos.
Ya que nos gustan tanto los experimentos, esta tarde mientras volvía del trabajo he recordado uno que me explicaron en la escuela de padres o en cualquier otro sitio (igual es un correo de esos bonitos que te envían): Una profesora llegó a una clase en la que había un niño con un nivel muy bajo provocado por sus problemas familiares o por no se muy bien por qué (el alzehimer, el mio quiero decir). Todos los niños habían asumido que era el torpe de la clase y así lo trataban, incluidos los profesores que habían ido teniendo. Esta profesora reunió al resto de sus compañeros y les dijo que iban a hacer un experimento (un juego) y era tratar al niño como si fuera el más listo de la clase. Y así lo hicieron. Cuando traía un trabajo le aplaudían y le felicitaban. En muy poco tiempo el niño subió su nivel y llegó a ser de los más inteligentes de clase realmente. Bueno no se si lo he contado literalmente, pero la esencia era esa. Tratemos a nuestros hijos no como son, sinó como pueden llegar a ser. Esto es una de las cosas para mí más útiles de la educación. Tener confianza en que nuestros hijos pueden hacer grandes cosas y ser buenas personas, y a partir de ahí desarrollaremos las habilidades necesarias para ayudarles en esa tarea, incluidas la parte dura de fomentarles la constancia, la frustración y la ilusión (y muchas más cosas). Como me dijo un compañero de trabajo "la juventud es esa enfermedad que se cura con el paso del tiempo" Ý para no irme por los cerros de übeda, lugar de senderismo bastante poblado de personas (risas) lo dejo estar aquí. Saludos
ResponderEliminarBueno Laura aunque siguiéramos los consejos de los profesionales tranquila que los hijos no serían iguales. Mis padres siempre nos han dicho que ellos han intentado ser justos y tratarnos a todos por igual. Nosotros somos cuatro hermanos: el mayor era el independiente, el segundo era el mimoso, la tercera era la solidaria, y yo, la última, la egoísta. Actualmente cada hermano ha evolucionado de distinta manera y ya no somos como éramos, pero seguimos siendo distintos y eso que cuando había bronca en casa era para todos igual. Pienso que cada hijo es individual y necesita que se le corrija o que se le anime de distinta manera, lo que vale para uno no vale para el otro. Recuerdo cuando a mi pequeña le decías cariñosamente que lo que hacía no estaba bien, se lo tomaba como una riña tremenda, se ponía a llorar desconsoladamente, incluso hubo algunos momentos en que no sabíamos como decirle las cosas porque era un dramón, cosa que nunca nos pasó con la mayor a la que echábamos broncas mucho más fuertes.
ResponderEliminarRespecto al comentario de Anita de que los padres tenían menos medios quiero puntualizar que lo que sí tenían era más tiempo, sobre todo las madres, que la mayoría no trabajaba. Si por la mañana realizaban las tareas del hogar cuando llegaba la tarde y a medio día podían estar con sus hijos, y educarlos. Hoy lo habitual es que los niños pasen mucho tiempo en la escuela, o con los abuelos (que los pobres hacen lo que pueden), y cuando llegan los padres del trabajo aún les quedan las tareas hogareñas, por lo que ¿cuánto tiempo le resta a los padres para pasar con los nanos? Hemos ganado en información y medios pero hemos perdido en tiempo y ganas, por lo que en ese poco tiempo se intenta discutir lo menos posible. Esto es una reflexión, no es que esté de acuerdo.
Uff! ¡Qué difícil es ser padres, pero casi siempre que alegrías da!
VELITA
Bonsai, Anita. Tenéis razón. La educación de nuestros hijos no está únicamente en nuestras manos. Reciben influencias por todas partes: escuela, amistades, televisión... es evidente. Todo debe preocuparnos pero es nuestra tarea de padres la única de la que nos podemos ocupar, las otras quedan más o menos fuera de nuestro control.
ResponderEliminarY tampoco se trata de que vivamos autoflagelándonos constantemente por los errores que hayamos podido cometer. Ni trato ni puedo decir a los demás cómo deben educar a sus hijos pero, como decía el juez de menores, sí hay cosas que hay que evitar, y a su decálogo de cómo crear un delincuente me remito:
1: Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
2: No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
3: Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.
4: No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.
5: Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
6: Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.
7: Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.
8: Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.
9: Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
10: Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.
Estoy seguro de que con tener cuatro ideas básicas del tipo de educación que quieres para tus hij@s, un mínimo de sentido común y poner todo tu empeño ya has hecho más que suficiente para estar orgullos@.
Laura, casi siempre está la virtud en el término medio. Yo no sé si esos consejos que oíste hace años de los psicólogos respecto de dedicar más tiempo a los niños no se referirían a no dejarlos abandonados junto al televisor, en cuyo caso no serían contradictorias las dos recomendaciones. Con los niños ha de haber tiempo para todo –es mi opinión- Tiene que haber un rato para jugar con ellos y para la conversación y tiene que haber un rato para que desarrollen su imaginación y jueguen solos o con otros niños (y ellos deben comprender que tú también necesitas tu propio tiempo). Creo equivocada la actitud de los padres que intervienen constantemente en los juegos de los niños sin darles ocasión para la improvisación (aunque lo hagan con buenísima voluntad) y creo igualmente equivocada la actitud de los padres que no juegan nunca con sus hijos.
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo con Velita en su planteamiento (además, qué coincidencia, yo también tengo dos hijas con idéntica reacción a las regañinas)
Bonsai, el experimento del que hablas es para producir el llamado “efecto pigmalion”, consistente en que las expectativas que tengan los demás sobre alguien o sobre sí mismos incitan a actuar de tal manera que la expectativa se acaba cumpliendo. Hay una película sobre ello “Pigmalion” en la que un profesor se esfuerza en convertir a una florista inculta en una dama educada. Más tarde se hizo otra versión, “My Fair Lady”.
ResponderEliminarEl efecto pigmalion se puede producir en positivo o en negativo. Por eso es muy importante no dar a los niños instrucciones negativas del tipo “eres un burro” “todo lo haces mal” “no vales para estudiar” “eres tonto”, etc. Porque ese etiquetado (uy, esto me suena) puede inducir a unas expectativas que se acaben cumpliendo.
El ejemplo que pone Bonsai yo lo llamo motivación.
ResponderEliminarNo motivamos a los niños ni si quiera en el colegio. Si no destacan o parecen ausentes se les aparca.Y esto lo reafirmo, si no se motiva a los niños si se les aparca aunque no den un ruido los evocan al fracaso. Y en la escuela se les puede hacer tanto daño que luego es difícil sacarlos adelante.
Un niño retiene desde pequeño y todo sale a la larga. Cuando me dijo una profesora que mi hijo era cortito y no sabía leer, me quede acojonada cuando él con 4 años leía solo sus cuentos.
Cuando me dijo que no paraba quieto vi una luz.
Señora se ha parado a pensar porque no para quieto y no llama su atención.Pues no simplemente no lee. El niño se cortaba porque un día leyó algo mandado por la profesora y no paraba de responder siempre y ella le dijo, Javi calla y deja a otro listillo.La fastidió el niño se quedo mudo para que no le regañaran.
Si por comodidad o desconocimiento nos quedamos parados y pensamos que el niño es así malo.
Confiar en los hijos y escucharlos.
Anonimo en la parte de que ningún niño es igual y a cada uno le afecta una cosa de manera diferente y aunque se les trate por igual como hijos a ninguno se les puede corregir o enseñar de igual manera,siendo hermanos somos diferentes hijos igual personas con diferente personalidad. Eso es muy cierto y muy bien especificado. Y lo digo porque tengo hermanos y realmente es así. A mi me regañaba mi padre y no me lo tomaba como mi hermano pequeño, el enseguida le daba la rabieta, y si caía regañina caía para los dos,pero de diferente manera.Cuando me refiero a los medios no me refería al tiempo, si es verdad que antes las madres no trabajaban y dedicaban mas tiempo a los hijos, ahora ese tiempo nos falla.
Y si hay que jugar con ellos, si dejar que su imaginación salga ,pero hay que jugar a veces con ellos, aunque sea leyendo la lección poniendo voz de pito, se ríen pero lo pillan.
Hay decalogos de comportamiento y pautas por profesionales,pero siempre sale algo nuevo y nos descoloca.Y se puede leer sobre ello,ayuda a veces para comprender comportamientos.Pero ayuda mucho pensar en cuando uno era como ellos para comprenderlos mejor.Y como la ayuda y la comprensión nuestra no hay ningún libro que lo supere. Hijos preciosos pero hay que estar hay.
Un saludo enorme a todos.
Julio en este parrafo que dices:
ResponderEliminarPor eso es muy importante no dar a los niños instrucciones negativas del tipo “eres un burro” “todo lo haces mal” “no vales para estudiar” “eres tonto”, etc. Porque ese etiquetado (uy, esto me suena) puede inducir a unas expectativas que se acaben cumpliendo.
Estoy totalmente de acuerdo, tanto escuchar esas palabras hacen que el niño adopte ese rol y no hay manera que evolucione. Te dirá, para que molestarme si soy tonto. Y se hace cómodo y hay acaba su responsabilidad. Sacalo de hay te las ves y deseas. Y la culpa ya no la tiene el niño.Eso se hace muy a menudo aún.Y lo peor lo hacen educadores descerebrados.Creo que aunque no consigamos hacer el decálogo perfecto entre todos aunque sería la caña.Sacamos cosas importantes todos de aquí.Lo mejor que nos preocupan nuestros hijos. Y eso por desgracia no lo hace todo el mundo. En el fondo somos majos y este blog cada día me gusta mas.
Enlazando con lo que explica Velita de que cada hijo es de una manera, he encontrado un cuento que sirve tambien para nosotros mismos, para no torturarnos con pretender lo que no podemos, pero si con sacar partido a lo que sí podemos. Es de Jorge Bucay y toca el tema de la autoestima.
ResponderEliminarUn rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa. La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una fresia, floreciendo y más fresca que nunca. El rey preguntó: ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío? No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda". Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate a ti mismo. No hay posibilidad de que seas otra persona. Puedes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por ti, o puedes marchitarte en tu propia condena...
(Aunque confieso que no se lo que es una fresia y no tendrá nada que ver con los caramelos de fresia, no?
En cuanto a lo del tiempo de que disponemos, es cierto que los esquemas familiares han cambiado. En mi época la madre era la infraestructura en casa, la que te enviaba a comprar, a poner la mesa, a pasear a tu hermano pequeño para tener ella tiempo para limpiar...etc, para escucharte, hacer de confidente, rectificarte. Cuando yo iba al cole, aparte de que aún existían los dinosaurios, ninguna madre de mis compañeras trabajaba. El padre era el autoritario y junto con la madre intervenía en temas de educación, horarios, etc. Los roles estaban bastante definidos y parecidos en todas las familias. Ahora la sociedad ha cambiado y los roles son muy variados (padres juntos, padres divorciados, padre y madre vuelto a casar...) Para mi es mucho mejor ahora, pero la educación nos ha pillado un poco al traspiés. Padres separados que cuando están con sus hijos les quieren dar todo para que no sufran o "para llevarse el niño al agua". Amigos de nuestros hijos a los que sus padres les compran de todo, padres muy permisivos...,etc. A veces parece que a tus hijos los están educando otros...Incluso nosotros sin querer estamos educando/maleducando a otros hijos. Pero bueno, vamos trampeando y haciendo lo que buenamente podemos. Saluditos y hasta otro rato, que ya me voy pa los cerros.
Bonsai, has tocado algo que a mí me preocupa y es muy difícil de gestionar. "Amigos de nuestros hijos a los que sus padres les compran de todo". Arruinan nuestra labor. Tú enseñando a tus hijos a valorar las cosas, a que todo cuesta, a que madrugas todas las mañanas para traer a casa el dinero que pague el piso, la comida, la ropa, la luz, el agua... y que hay cosas que sólo se pueden dejar para determinadas ocasiones, y luego llega el padre el amiguito de tus hijas y todos los días les compra chuches o echa un euro al cochecito de la esquina y en cuanto se hacen un poco mayores les compra la game y la playstation y la moto y cuando tienen su primer sueldo le dicen: quédatelo todo que no nos hace falta que contribuyas en casa. Y a la tercera nómina ya tienen un coche. Un buen coche, por supuesto, no uno pequeño y de segunda mano, como antaño. Un buen coche y tuneao.
ResponderEliminarY mientras, tú, peleando contra el afán consumista de tu hijo que lo está viendo y el sentimiento de injusticia que percibe por no tener los mismos "derechos" (fijáos que lo entrecomillo) que sus amigos. ¿Qué hacemos?
Por cierto, a mí las fresias me gustan con natia.