lunes, 2 de marzo de 2009

¿LO HARÍAS?

Me he acordado muchas veces de una cuestión moral que el profesor de ética de Isabel planteó a sus alumnos hace ya muchos años, en el instituto. Era la siguiente: si te dieran un millón de pesetas por apretar un botón sabiendo que al hacerlo moriría una persona que no conoces al otro lado del mundo, ¿lo harías?
La pregunta es comprometedora para la conciencia de cada uno. Sería fácil decir “no, por un millón no vale la pena” pero, ¿y por diez? ¿y por cien o por mil? ¿Podríamos ponerle precio a una vida humana? Ya me imagino los razonamientos autodisculpatorios de cada uno. Si entras en Google y tecleas “personas que mueren un dia” te encuentras que 2 millones de ellas mueren por falta de agua o consumo de agua contaminada, 35.000 personas mueren de hambre, 20.000 por hipertensión, 3.300 por accidentes de tráfico, 1.000 son víctimas de armas ligeras… Sumémosle los muertos por accidente, por enfermedad, por infarto, por suicidio... Sería fácil argumentar “bueno, todos lo días mueren en el mundo cientos de miles de personas. Total, una más…Todos morimos, sólo he adelantado el momento de una persona que, quizás, fuera a morir la semana que viene”
El razonamiento sería radicalmente distinto si la persona que aprieta el botón es la que está al otro lado del mundo y su víctima es nuestro ser más querido. En ese caso, su asesino sería el mayor hijoputa del planeta. Y aunque nos llamara diciéndonos "mira, macho, ya sé que es una putada pero es que me he llevado 1 millón de euros" no creo que nuestra respuesta fuera "ah, tío, haberlo dicho antes, por esa pasta ya vale la pena, hasta yo lo habría hecho". No, sin duda esa no sería nuestra respuesta.
Afortunadamente no todos tenemos a mano ese botón. Algunos sí lo tienen o lo han tenido y bien que le cogieron el gusto a eso de apretarlo. Al expresidente de lo EEUU no le pareció tan valiosa la vida de los desconocidos hombres, mujeres y niños iraquíes como la de los bien vestidos ejecutivos norteamericanos del World Trade Center y, en compañía de su corte de bufones, apretó compulsivamente ese botón como quien juega a la playstation con sus amigotes. ¿Cuál habrá sido su botín?
Os he dejado una encuesta para que penséis. Sed sinceros, que es anónima.

5 comentarios:

  1. Espero que su botín sea si es que tiene algún principio un gran cargo de conciencia y pesadillas.
    Apretar el botón por dinero, es cosa de principios y no hay que plantearse quien estará en el otro lado, hay que plantearse¿Merece realmente la pena por un puñado de billetes acabar con una vida? Una vida que no conoces una vida que podría ser en un momento dado la tuya.
    La vida de una madre la vida de un hijo la vida de un abuelo la vida de un amigo. Yo particularmente no lo haría no me veo capaz.
    Nunca hagas lo que no quieres que te hagan a ti.
    Eso no lo pensó el ex-presidente había muchos intereses en juego. El dinero es jugoso pero el fin no justifica los medios.Esos son mis principios eso me lo enseñaron mis padres.
    Eso enseño a mi hijo y Dios me libre de pensar lo contrarío.
    Yo le preguntaría al ex-asesino de mierda.
    ¿Valió la pena? ¿Te alivió el reconocer tu error? No creo que me contestara.
    Saludos Julio.

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  2. A mi Diógenes me está valiendo de mucho. El secreto está en intentar vivir una vida en la que ese dinero no nos sea necesario. No perder de vista el inmenso valor de la conciencia en paz y la dignidad frente a uno mismo. Quizá esta respuesta resulta fácil,"no aprieto ese botón" pero hay otros dilemas quizá más complicados: un familiar nuestro va a morir si no se le hace un transplante, y se nos ofrece un órgano de dudosa procedencia, ¿lo aceptaríamos aún a sabiendas de que ha sido objeto de tráfico ilegal y se lo han quitado a un niño de un país pobre? Total, ya ha sido extirpado y por lo menos que salve la vida del que más quiero, no? ¿Entraríamos a dar soporte a esa bestialidad? ¡Cómo podrían nuestros sentimientos llegar a acallar nuestra conciencia en un momento dado y justificar actos horrendos!. Pido a la vida y al filósofo que no me coloque nunca delante de un botón (bueno el del ascensor si y el de la bragueta tambien)

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  3. Sí, la verdad es que dilemas morales podemos imaginar muchos y el que tú propones es muchísimo más complicado porque no se trata ya del qué puedo ganar sino del qué puedo evitar perder (y no es dinero). Como bien dices, que la vida no ponga botones como esos ante nosotros. Y sí muchos de braguetas, que, habiendo de elegir, subiré por las escaleras.

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  4. Hola Julio, soy Miguel Ángel, la verdad es que es muy interesante lo que planteas, pero lo más curioso es mucha gente apretaría ese botón sin obtener ninguna contraprestación económica. No se si has oido hablar de El experimento de Stanley Milgram, en la Universidad de Yale en 1961. Se seleccionaba gente para realizar un experimento sobre el aprendizaje y les decían que tenían que aplicar descargas electricas sobre sus "alumnos" si fallaban las respuestas, las descargas iban aumentando de voltaje,los supuestos alumnos estaban conchabados para fingir dolores atroces. Pues bien la mayoría de la gente llego a aplicar descargas MORTALES.No por dinero, ni por nada, solamente por que alguien se lo mandaba y la gente obedecia como Borregos, la verdad es que es desolador. Un saludet

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  5. El experimento que comenta Miguel Angel me ha hecho reflexionar sobre ese borreguismo que tanto se ha dado y se da en los campos de concentración, en las guerras.....militares que se deben a una causa. Son botones invisibles que se aprietan lentamente, torturas, órdenes de fusilamiento, matanzas, ultrajes.... todo ello por obediencia absoluta a un esquema. Y el dilema sería ¿una causa puede anular la moralidad indidual de la persona?. Creo que no es borreguismo, es cobardía, es negar la responsabilidad personal que tenemos sobre nuestras decisiones y desviarla hacia otro lugar donde se justifiqua lo injustificable. Las personas del experimento aprietan porque piensan que no aprietan ellos. No voy a poner la mano en el fuego por mi misma, pero no es lo correcto. Es un botón "desastre". Y que duerman las conciencias. Gracias Julio, me haces pensar

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