jueves, 24 de septiembre de 2009

BIENVENIDA RUTINA

He tardado mucho, pero he vuelto. Han sido más de dos meses los que he pasado sin martillear el teclado de mi ordenador, apartado de él por algunos asuntillos que tenía pendientes (y por mis vacaciones, claro, que aunque cortas, fueron intensas).

Tengo ya ganas de entrar en rutina. Suena mal, ¿verdad?. Pensar en rutina suele provocar rechazo, pero no es tan mala, creedme. La rutina es -diría Jesulín- como un toro. Hay que saber manejarla (como casi todas las cosas, añado yo). Hay que buscarla sin dejar que sea ella la que te encuentre a ti.

Comienza el ciclo. Divido el tiempo en ciclos de un año que no comienzan en enero sino más o menos por estas fechas, justo con el inicio del curso escolar. Así lo he hecho -como casi todos- desde que era estudiante. Ahora ya no lo soy pero mis hijas van al cole. Hemos pasado ya el caos del periodo estival: primero dejan de tener clase por la tarde, luego van a la escuela de verano, ésta termina y te organizas con tu pareja las vacaciones para poder estar con ellas todo el día, vuelve el cole pero sólo de mañanas y ya, al final, por fin, comienzan a ir también de tarde. Y es entonces cuando bendices la rutina. Hasta junio (excepción hecha de las navidades) tienes el planning hecho ¡qué tranquilidad! Recoges a las niñas a las 5, un poquito de parque, un baño al llegar a casa, otro poquito de tele (ahora sí, poquito), a cenar, lavarse los dientes, un pis, un cuento y a dormir. ¡Qué gozo! Dicen los psicólogos que la rutina da seguridad a los niños incidiendo positivamente en su conducta. Cierto, ciertísimo. Lo tengo constatado. No hay nada como que sepan que lo que toca en cada momento es irreversible para dejar de tener conflictos.

Teniendo ya configurado el horario de las niñas te organizas con tu pareja: yo las recojo martes y miércoles, el lunes y jueves tú y el viernes vamos juntos. Cuando tú vuelvas de clase yo me voy al gimnasio y llego justo a tiempo para el baño y la cena. Claro que, eso es los lunes y los miércoles, los jueves tengo fútbol a las 4 y a mi vuelta tú te vas a clase. ¡Uf! Parece todo muy complicado pero convertido en rutina, se hace fácil.

La rutina (sin llevarla a extremos irracionales) te lleva al éxito: en la educación de tus hijos, en los estudios, en tus aficiones... No siempre te apetece hacer ejercicio pero si hoy es miércoles, por ejemplo, y los miércoles toca spining ni te planteas dejar de ir. No hay otra opción si no quieres acabar arrojando la toalla. Pero la rutina, eso sí, se termina el viernes noche. A partir de entonces y hasta el lunes siguiente, se la guarda en un cajón. Todos sus beneficios se convierten en perjuicios el fin de semana, que está pensado para improvisar.

Bien, espero convertir en rutina mis ratitos en el blog.
Saludos.

5 comentarios:

  1. Hola Julio, me acabas de decir que has reanudado el blog y aquí estoy, antes de irme a cenar con unos amigos, algo que está fuera de toda mi rutina. Voy a ponerme mística por unos instantes: a la rutina se le ha venido a dar un componente peyorativo, algo así como aburrimiento, reiteración día tras día de las mismas cosas y como tu bien explicas en determinados casos es necesaria. Por ejemplo para introducir comportamientos muy convenientes pero necesarios y que al convertirlos en rutina hacen que nuestro cerebro las haga sin esforzarse en pensarlos y razonarlos, como lavarse los dientes, coger la bolsa e ir al gimnasio, levantarse e ir a trabajar, ir a dormir pronto. El organismo necesita ciclos. No obstante y por suerte hay mil detalles que hacen que ningún momento de nuestra vida se repita. Vas al colegio con tu niña y un buen día va con un amiguito y entrais en un supermercado y tienes la opción de darle una lección de educación magistral. Otras veces tropiezas con un ladrillo, pasa una chica escultural (si, pillín). Tal vez el secreto está en saborear todos esos instantes y hacerlos conscientes para encontrarlos divertidos. Bueno me voy a cenar, algo que no suelo hacer a menudo. Me alegro de que estés por aquí para romper mi rutina informática. Saludos

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  2. Ya era hora Julio, que para los que al entrar al messenger vemos un artículo nuevo, va y nos rompes la rutina de mensajes pornos y otros que maldita la gracia que tienen, cuando no son los que te amenazan con peligro de muerte si no se los envías hasta a tu madre. Así que como te digo, bienvenido seas.
    Y cuando hablas de rutina, ¿te refieres quizás al periodo de va de lunes a viernes en los que cualquier cosa extra es agobiante? Porque está todo tan organizado, que si rompes la organización va y te desorganizas. Seguimos una pauta horaria que como se te ocurra innovar algo, se te descuadra todo. A mi me recuerda los horarios del colegio, que como no dieras la clase de matemáticas de 9 a 10:00 ya no había forma de encontrar otro hueco durante la semana. En cualquier caso, es verdad que la rutina es buena, al menos la rutina de vivir, ya que dentro de toda esa organización, siempre puede quedar ese rato que hay que dejar necesariamente para uno, cuando acuestas a los niños. Yo, hay veces que le apago la luz y me pongo a dar saltos de alegría. ¡Es mi tiempo! ¡Es todo para mí! Es una pena que tenga siempre tanto sueño.
    Un abrazo. Celia

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  3. Me alegra que a ambas os haya roto la rutina de manera positiva mi vuelta al blog y, sobre todo, que te hayas animado a escribir, Celia. Ha sido una muy grata sorpresa (a bonsai no hace falta que le diga que me alegro de que escriba porque ya se lo he dicho muchas veces). Bienvenida a este blog.

    Tenéis razón las dos. Incluso en la rutina se dan pequeñas aventuras y experiencias que consiguen que no haya dos días iguales. Y pequeños o grandes imprevistos que te descuadran todo ¡qué la niña se levanta con fiebre! ¿qué coño hago ahora?.

    Por cierto, Celia, a mí me pasa lo mismo cuando apago la luz de la habitación de mis hijas. Fíjate a qué hora escribo siempre.

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  4. Respecto a esto que comentais de que la rutina principalmente es de "lunes a viernes" y fines de semana la rompes, aunque difiero un poco, hace tiempo elaboré una teoría que os expongo y a ver qué os parece. Cuando somos pequeños el tiempo se dilata, aunque vayamos al colegio, incluso dicen los psicólogos que a una edad temprana los niños no son conscientes del paso del tiempo. Cuando los dejas en el colegio y los vas a recoger, ellos no saben si han pasado días y a veces se asustan viviéndolo como un abandono. Y cuando vamos creciendo, en la adolescencia, podemos pasar en un parque horas sin hacer nada con los amigos y el tiempo tambien se hace intenso. ¿Porqué al hacernos mayores el tiempo vuela? y cada vez más. Pues ahí va mi teoría: a parte de que las células envejezcan, etc, etc, creo que al trabajar e incorporar rutina a nuestras vidas, nos pasamos las mismas esperando al viernes, a las vacaciones, los puentes, los santos (esos que nos vienen tan bien a los no creyentes)....etc y por consiguiente (como decía aquel), anulamos inconscientemente el saborear el día a día de los días laborables (valga la redundancia). Incluso en el trabajo hay buenos momentos. El intentar hacerlo bien, el poner atención en lo que hacemos, el apreciar los pequeños cambios. Claro, una vida hecha de fines de semana dura muy poco. Entono el mea culpa, porque yo estoy atrapada en esa filosofía la mayor parte del tiempo. De todas formas, habrá más factores, pero no soy una profesional del ser humano.
    Bueno, rollo va, rollo viene, me despido hasta el año que viene (que a lo mejor es mañana mismo). Besos

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  5. Bienvenido a la rutina Julio, yo hubiera preferido seguir con la misma del verano, al menos no faltaba trabajo. No llueve nunca a gusto de todos. Nos vemos hoy tengo mal día.
    Un abrazo

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